Este es uno de los pocos romances históricos que perviven en la tradición oral moderna. La muerte del príncipe don Juan, hijo de los Reyes Católicos, príncipe de Asturias y Gerona, destinado a unir los reinos de Castilla y de Aragón, fue muy sentida y llorada en toda España. Por otro lado el hecho provocó el fin de la dinastía castellana de los Trastámara en favor de los Habsburgo austríacos.
Localidad: Felechosa (Asturias)
Informantes: María Suárez Rodríguez (7-01-1939)
Albina Suárez Rodríguez (21-06-1937) Recopilador: Santos Nicolás Aparicio
Lugar y fecha de grabación: El Pino, 20 de enero de 2009
Versión musicada
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Tristes nuevas, tristes nuevas, que se corren por España,
el hijo de Juan Carrera está malito en la cama. Cuatro dotores le asisten, los mejores de Granada; unos dicen que no entiendo otros dicen que no es nada. Sólo falta por venir aquel dotor de la Carba. Estando en estas razones entra el dotor por la sala. – ¿Qué tal te va ahí, don Juan, qué tal te va en esa cama? – Vame como Dios quisiera, como Dios quiera me vaya. – Dispón Juan de la tu vida, dispón Juan de la tu alma. Tres horas de vida tienes, la una ya encomenzada. Estando en estas razones entra el padre por la sala. – ¿Qué tal te va hijo mío hijo de las mis entrañas? – Vame como Dios quisiera como Dios quiera me vaya. – Tres horas de vida tengo la una ya encomenzada. La doncella ya llegó tan triste, desconsolada. – Padre , de lo que te pido, cuidao, no le quites nada, tampoco el anillo de oro que le di de enamorada. Estando en estas razones entra ella por la sala, con el cabello tendido y el rostro bañado en agua. – ¿Dónde vienes prenda mía dónde vienes prenda humana? – Vengo de aquella ermitilla a rogar a Santa Clara, – de rezar a Dios por ti que te saque de esa cama. – Ya me sacarán de aquí mañana por la mañana, iremos juntos a misa a la iglesia Santa Clara. Tú con el vestido negro yo con la mortaja blanca, y yo me quedaré allí y tú vendrás para casa, y tú entregarás las llaves como un ama a la criada. Tus ojos serán dos fuentes que manarán aguas claras, que le darán campos verdes por Sevilla y por Granada. Él murió en la media noche, ella al amanecer el alma, y a esto del amanecer, adiós amantes del alma. |
CONCLUSIÓN
A primera vista puede llamar la atención el nombre del personaje enfermo, “el hijo de don Juan Carrera”, pero hay que tener en cuenta que, como consecuencia del tiempo transcurrido, la pérdida de la memoria popular de los hechos y personajes históricos sea comprensible. Sin embargo, el romance se mantiene y se transmite a lo largo de tantos años debido, sin duda, a la carga melodramática que contiene. Por ejemplo: el consejo de doctores, del que solo uno es capaz de adivinar el fatal desenlace, “ Tres horas de vida tienes, la una ya encomenzada” ; las escenas repetidas de las entradas de diferentes personajes en la sala, “Estando en estas razones, entra el padre por la sala”; el ruego del moribundo príncipe a su padre en relación con las arras prometidas a su esposa,” Padre , de lo que te pido, cuidao, no le quites nada”; las oraciones de la esposa a la santa de la ermita, “Vengo de aquella ermitilla, a rogar a Santa Clara” y el desenlace final, “Él murió a la medianoche y ella cuando raya el alba”. Finalmente, las tres últimas versiones, y no las dos primeras, terminan no solo con la inevitable muerte del príncipe, sino también, con la de su amante esposa, lo cual nos lleva a pensar que este romántico final pueda proceder de la aportación de otro romance como puede ser el popular Conde Olinos, “ él murió a la medianoche y ella a los gallos cantar”.
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